Arquitectura que se vive: egresados transforman un silo en un museo
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Arquitectura que se vive: egresados transforman un silo en un museo
Mara Partida y Héctor Mendoza, autores de Kunstsilo, museo reconocido con el Premio de Arquitectura Española 2025
Para los arquitectos Mara Partida y Héctor Mendoza, egresados de la Licenciatura en Arquitectura del ITESO (generación 1992-1997), la arquitectura no solo se observa: “la arquitectura es una experiencia que se vive”, dice Héctor. Esa convicción los llevó a transformar un antiguo silo de grano en el sur de Noruega en un museo contemporáneo.
El proyecto Kunstsilo —ubicado en Kristiansand— surgió de un concurso internacional en 2016. Desde su despacho en Barcelona, en colaboración con un estudio catalán-noruego, desarrollaron una propuesta que convertía una estructura industrial abandonada en un espacio vivo, abierto y sensible. Ocho años después, en 2024, el museo fue inaugurado y rápidamente reconocido con el Premio de Arquitectura Española 2025, el galardón más importante que otorga el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.
“Nos enfrentamos al reto de transformar un edificio patrimonial, un grupo de treinta silos construidos en 1939, en un espacio habitable, una experiencia urbana”, explica Mara Partida. “Había que hacerlo sin demoler, porque ya formaba parte del patrimonio cultural de Noruega. Así que vaciamos parte del interior y lo convertimos en una especie de catedral contemporánea, abierta a la luz y a la ciudad”.
El resultado fue un espacio monumental y emotivo, donde las paredes curvas del antiguo silo abrazan la colección de arte moderno y contemporáneo. Pero, más allá del éxito técnico y estético, los egresados destacan que lo más valioso fue lograr que el edificio “se viviera” nuevamente: “Queríamos que no fuera un museo que pudiera estar en cualquier parte del mundo, sino un museo que solo pudiera existir ahí, en torno y dentro del silo”, dice Mendoza.

Un aprendizaje que nació en el ITESO
Ambos coinciden en que su manera de entender la arquitectura fue marcada por su paso por el ITESO. “En nuestra formación se potenciaba mucho la parte sensible”, recuerda Héctor. “Nos hablaban de la intuición frente a la razón, de mirar el contexto con ojos de asombro. Esa sensibilidad, que a veces se pierde en la práctica profesional, fue lo que más nos marcó”.
Mara agrega: “Aquí aprendimos que hacer arquitectura original no significa inventar algo que nunca se haya visto, sino regresar al origen de las cosas: observar cómo se habita, cómo se construye, por qué los lugares son como son”. Esa mirada —curiosa, empática y profundamente humana— ha guiado la práctica del despacho que ambos dirigen en Barcelona, desde donde desarrollan proyectos en distintos países de Europa y América.
Una arquitectura con emoción
Para los dos arquitectos, la emoción es una palabra esencial. “Durante mucho tiempo se puso de moda hacer arquitectura correcta, mínima, técnica”, comentan “Pero nosotros creemos que también vale la pena hacer edificios culturales que generen emoción, que conmuevan y transformen la manera en que las personas viven los espacios”.
Esa búsqueda de lo emocional no está reñida con la exigencia técnica: el proyecto del museo supuso cálculos estructurales complejos para suspender treinta silos a veinte metros de altura. “Fue un trabajo duro, con muchos retos y momentos difíciles”, reconoce Mendoza. “Por eso, que el gremio te premie es como una palmadita que te dice: lo estás haciendo bien, sigue adelante”.
Sensibilidad, curiosidad y viaje: claves para quienes comienzan
Cuando se les pregunta qué consejo darían a las nuevas generaciones de arquitectos, los dos coinciden en tres palabras: sensibilidad, curiosidad y viaje.
“La curiosidad es básica”, dice Mara. “Hay que preguntarse cómo se construye, cómo se vive, por qué los lugares son como son. Y viajar —aunque sea al pueblo de al lado— te ayuda a mirar con otros ojos, a valorar lo que tienes y a descubrir nuevas maneras de pensar el espacio”.
Héctor añade: “Salir de la zona de confort, observar, sentir y aprender del contexto. Todo eso forma parte del oficio”.
Hoy, mientras continúan desarrollando proyectos centrados en la rehabilitación y transformación de edificios patrimoniales en Europa, ambos confiesan que les encantaría volver a colaborar con su universidad. “Nos encantaría hacer algo en el ITESO”, dicen entre risas. “Aquí comenzó todo”.